Daniel Claro Mimica

Ingeniero Agrónomo M. Agr. Sci.
daniel@goldensheep.cl

El enorme potencial biológico para producir corderos, destinados al mercado de exportación, se concentra en las regiones del Centro Sur y Sur del país, entre las regiones VII y X, con énfasis en la zona sur.

A pesar del excelente escenario internacional para el comercio de la carne ovina de los últimos 6 años y de la instalación de dos Plantas Faenadoras de ovinos, por parte de empresas privadas, el país no ha incrementado la producción de corderos. Estas plantas que están destinadas a ser el motor del rubro, por la vía de la exportación de carne ovina, tienen una capacidad instalada conjunta, para faenar sobre 500.000 corderos al año.

A pesar del gran esfuerzo realizado para atraer a los productores para que les vendan sus corderos, sólo han podido utilizar una pequeña parte de la capacidad instalada.

Hay dos razones principales para explicar las enormes dificultades que presenta el despegue del rubro ovino de estas regiones.

La primera de ellas y quizá la más complicada, es la gran atomización del rubro, debido al reducido tamaño de los rebaños en todos los estratos. Esta situación hace muy difícil emprender programas de desarrollo, con asistencia técnica y financiera, pues el llegar a muchos miles de productores con rebaños tan pequeños, es extremadamente difícil y de alto costo.

Hay muy pocas organizaciones que agrupen a los productores, destacándose en este sentido la labor de INDAP; PRODESAL y algunos Municipios que aglutinan a pequeños productores del rubro.

Esta falta de organización, que es mucho más notoria en los medianos y grandes productores, limita el emprendimiento de programas de desarrollo, cuando el rubro está tan atomizado.

El otro factor es el mercado informal, que con sus aparentes ventajas de precios más altos y sin exigencias de calidad, ha limitado fuertemente el acceso de las plantas a los corderos de los productores.

En el cuadro 1 se indica la distribución del inventario de ovinos entre las regiones VII y X según el Censo del año 2007.

CUADRO1: REBAÑOS Y PRODUCTORES OVINOS DESDE VII A X REGIONES CENSO 2007


SUBSISTENCIA PEQUEÑOS MEDIANOS GRANDES

< 50 cabezas 51 a 200 cabezas 201 a 1000 cabezas > 1000 cabezas
REGIONES Número Propietarios Número Propietarios Número Propietarios Número Propietarios.
Maule 53.471 3.759 40.879 471 39.773 90 29.747 15
BioBio 125.007 10.907 35.197 471 14.159 40 3.613 3
Araucanía 236.669 22.332 33.557 343 12.787 31 5.244 4
Los Ríos 97.803 8.532 7.574 98 5.191 15 7.262 3
Los Lagos 244.615 18.66 42.484 577 11.410 28 23.822 9
TOTALES 757.565 64.190 159.691 1.960 83.320 204 69.698 34
TAMAÑO Número Propietarios % Inventario
SUBSISTENCIA 757.565 64.190 70
PEQUEÑOS 159.691 1.960 15
MEDIANOS 83.320 204 8
GRANDES 69.688 34 7
TOTALES 1.070.264 66.388

Fuente: Elaborado en base ODEPA

Se observa la gran dispersión de los rebaños, que en un altísimo porcentaje pertenecen a propietarios con menos de 15 cabezas, por lo que mayoritariamente hoy día el rubro es de subsistencia y no comercial.

El impacto del mercado informal se refleja en que del millón de ovinos de inventario, en el año 2008 sólo se faenaron en mataderos autorizados, 69.758 cabezas, cifra que indica claramente que la inmensa mayoría de la producción, no se comercializa por el mercado formal.

Los productores de subsistencia:

De acuerdo al análisis del Censo Agropecuario 2007, representan el 70% del inventario de ovinos del territorio comprendido entre las regiones VII y X., con un rebaño promedio de apenas 12 cabezas. Son casi 64.000 productores, por lo que debido a esta gran atomización, es una tarea bastante difícil realizar labores de fomento para mejorar su actual realidad productiva. Sin embargo, con la aplicación de tecnología, principalmente en el mejoramiento de sus praderas, tienen el potencial de aumentar su tamaño y convertirse en pequeños propietarios, para salir del nivel de subsistencia en el largo plazo.

Los pequeños productores:

Son casi 2.000 productores y representan el 15% del inventario ovino de este territorio. Poseen predios de superficies cercanas a 100 has, con un rebaño promedio de 80 cabezas. Mayoritariamente reciben el apoyo de INDAP y tienen todo el potencial para convertirse en medianos productores, incrementando el tamaño de sus rebaños, luego de mejorar sus praderas.

Los productores de subsistencia y los pequeños participan en el mercado, generalmente de manera informal. Los corderos ofrecidos, en su inmensa mayoría, sobrepasan largamente el peso óptimo para su consumo y presentan una gran cantidad de grasa. La época de comercialización corresponde principalmente al verano, comenzando con las festividades de fin de año y luego los principales clientes son los turistas, que veranean en dichas regiones.

Los corderos se venden vivos y son faenados por cuenta del comprador en su destino. El precio supera, en hasta un 50%, el que ofrecen las plantas faenadoras. Se cancelan en dinero efectivo, sin exigencias de calidad, por lo que el mercado formal no puede competir en dicho escenario.

El obtener un 50% de valor sobre el precio formal parecería ser algo muy positivo para los productores, sin embargo no lo es. La demanda informal de la temporada veraniega, no permite aumentar, en forma significativa la producción y  oferta de corderos, pues está totalmente abastecida y difícilmente puede crecer. Por ello, si sólo se accede a dicho mercado, la producción no puede incrementarse. El problema de rentabilidad e ingresos de los productores, no es a causa del precio recibido, sino a los bajísimos volúmenes de producción de cada productor y a su ineficiencia productiva.

Hoy día, a pesar de los altos precios, todos estos productores tienen rentabilidades negativas y el ingreso obtenido es muy pequeño, no alcanzando para la subsistencia familiar.

La mayor parte de estos pequeños productores podrían, en primer lugar, multiplicar al menos por 5 veces su dotación ganadera, si reemplazaran sus pastos naturales por praderas sembradas. Naturalmente que este cambio no es fácil, pues requiere una alta inversión y la aplicación de todo el paquete tecnológico necesario para establecer y manejar praderas de alta productividad.

Adicionalmente con un cambio genético deberían reemplazar la raza de sus actuales ovejas, por otras mucho más eficientes, que producen al menos el doble de kilos de cordero por oveja que las actuales.

Con estos dos grandes cambios, praderas y genética, la productividad de corderos se puede cambiar desde aproximadamente 70 kilos de cordero/ha a más de 600 kilos por hectárea. En este nuevo escenario la rentabilidad y los ingresos cambian en forma sustancial, debido a la mayor eficiencia productiva. Sin embargo, los nuevos volúmenes de corderos  así producidos hacen impensable la continuación y permanencia del actual sistema informal de comercialización.

No hay mercado informal para este aumento de volumen y necesariamente, el aumento deberá trasladarse al mercado formal, mayoritariamente hacia las Plantas Faenadoras, con otro standard de calidad, que exige carnes magras y de buen desarrollo muscular.

Además los precios deberán adecuarse a los que determina el mercado internacional, puesto que una parte importante de este aumento productivo deberá canalizarse hacia la exportación. El  desarrollo del mercado local, para recuperar los niveles de consumo per capita perdidos en los últimos 50 años, es un proceso lento, mientras que la demanda del mercado internacional, puede absorber en forma inmediata cualquier aumento de oferta en el corto y mediano plazo.

Medianos y grandes productores:

En conjunto representan cerca del 15 % del inventario ovino de las regiones del Centro Sur y Sur. Las tecnologías productivas que utilizan, son bastante similares a la de los pequeños.

En lo económico, su situación está muy complicada, pues casi no acceden a los altos precios del mercado informal, donde por sus mayores volúmenes de producción, deben recurrir al mercado formal. Además ocupan mano de obra contratada, que es uno de los ítems de mayor incidencia en sus gastos operacionales.

A diferencia de los pequeños, que están en una situación de subsistencia, a la cual se aferran, este estrato de productores, cuando la situación económica se hace insostenible, cambian de rubro, reduciendo o eliminando los ovinos por los malos resultados que obtienen.

También tienen un nivel muy bajo de productividad por hectárea, pero su potencial de crecimiento es grande, por disponer de superficies entre 100 y 300 hectáreas de terreno, que con praderas de alta calidad pueden sustentar rebaños de tamaño muy adecuado para hacer el negocio altamente atractivo.

Los medianos productores: tienen entre 200 y 1000 cabezas de ganado y los pocos grandes más de 1000.

Las plantas faenadoras de ovinos:

Tanto la que opera desde hace algunos años en Chillán, como la que comenzó durante el 2009 en Osorno, tienen muchas capacidades para ser los verdaderos motores del despegue del rubro ovino. Están muy bien ubicadas, en las regiones de mayor potencial de crecimiento del rubro; tienen modernas instalaciones y serán fundamentales en el proceso de abrir el mercado de exportación para la carne ovina de estas regiones.

El gran problema que presentan es que no cuentan con el abastecimiento necesario de corderos en el mercado formal, pues entre ambas tienen una capacidad instalada para faenar 500.000 corderos anuales y hoy día no alcanzan al 15% de esta cifra.

La tarea de obtener los corderos no es fácil, puesto que el mercado informal recibe la mayor parte de la producción y sin exigencias de calidad, paga precios superiores en un 30% a los que pueden ofrecer estas plantas.

El rubro actualmente no está creciendo o si lo hace, es a tasas muy pequeñas, por lo que en el corto y mediano plazo, no se producirán corderos incrementales que excedan la demanda del mercado informal, para liberarlos hacia las plantas.

El rubro no crece, no por malos precios, sino por la tecnología obsoleta que aplica, la que es tan ineficiente que deja pérdidas a los productores. Esta tecnología inadecuada, unida al reducido tamaño de los rebaños, hace inviable el negocio para muchísimos productores.

La estrategia comercial tradicional de “hacer negocio” comprando corderos para el faenamiento, no funciona, pues la competencia con el mercado informal es imposible. El costo financiero y de mantenimiento al tener sólo un pequeño porcentaje de la capacidad instalada utilizada, es enorme.

Los productores medianos y grandes están con problemas, pues si no aumentan significativamente el volumen de sus rebaños y la eficiencia productiva, corren el riesgo de tener que dejar el rubro, por la acumulación de pérdidas.

Por otra parte, las plantas faenadoras tampoco tienen una tarea fácil en el corto y mediano plazo, pues es muy difícil que con sus actuales estrategias comerciales, aumenten en forma importante la captación de corderos.

Los que están mejor preparados para continuar “subsistiendo” con el rubro ovino, son los pequeños productores, que no toman esta actividad como un negocio y cuentan con la generosa ayuda del Estado.

¿QUÉ CAMBIAR PARA SALIR DEL PROBLEMA DE FALTA DE CORDEROS?

El problema es muy urgente, pues a pesar de las inmejorables condiciones del mercado internacional y de las ventajas que otorgan los tratados de libre comercio, el país y los productores, no están aprovechando esta oportunidad, a pesar de contar con dos modernas plantas faenadoras de ovinos.

Si nada cambia, los pequeños seguirán produciendo corderos en su nivel de subsistencia y accediendo al mercado informal. Muchos de los productores medianos y grandes, al menos los de menor eficiencia y con menos recursos económicos, abandonarán el rubro, como ha ocurrido ya en los últimos 30 años.

La principal solución es que los PRODUCTORES aumenten, en forma importante, el número de corderos que venden y su calidad. Adicionalmente, deben mejorar su eficiencia productiva, para que logren utilidades importantes, que los incentiven a seguir en el negocio y a continuar creciendo. Si los productores, particularmente los medianos y grandes, no están conformes con la rentabilidad del rubro, es muy probable que lo abandonen.

Si el rubro se transforma en un negocio atractivo para los productores, éstos aumentarán sus volúmenes de producción y necesariamente deberán llegar al mercado formal, a precios algo menores a los que hoy día se obtienen en el mercado informal. Por ello, la lógica indica que las Plantas Faenadoras de Ovinos, que han hecho inversiones muy importantes para construir sus nuevas instalaciones, deberían ser las más interesadas en que a los productores les vaya muy bien y aumenten rápidamente su producción.

Los productores tradicionales no están preparados para enfrentar este desafío, luego de muchos años de sobrevivir en un mal negocio. Requieren la ayuda de las plantas faenadoras, las que urgentemente deberán diseñar esquemas de alianzas estratégicas con los productores, para así también proteger sus inversiones, que no podrán resistir muchos años trabajando a los actuales niveles de ocupación.

El camino más conocido para aumentar la producción de corderos, es el mejoramiento de las praderas, donde en la zona sur se puede pasar del promedio actual de 3 ovejas/ha., a cifras superiores a 15 e incluso 20 ovejas/ha., con un incremento gradual, en la medida que mejora la productividad y calidad de los suelos y de las praderas. Es un proceso que puede tomar varios años, aún contando con el financiamiento.

Un camino casi desconocido en Chile es  el impacto de la genética ovina en el aumento de la productividad. Este impacto suele ser mucho más importante que el aumento logrado con las praderas, donde se aumenta el volumen del negocio y se mejora la eficiencia del uso del suelo.

La nueva genética actúa por 3 vías para mejorar la eficiencia productiva de la oveja

  • Precocidad sexual, produciendo corderos de madres de 1 año de edad, aumentando de esta forma hasta en un 25% la producción de corderos del rebaño.
  • Aumentando la prolificidad, donde hasta un 50% de las hembras adultas producen mellizos
  • Mejorando la calidad del cordero, casi sin grasa  para faenarlos con 45-50 kg de peso vivo, un 50% mayor que lo recomendable con razas tradicionales

Los resultados de este impacto son enormes y se aprecian en el ejemplo del Cuadro 2

Cuadro 2 : PRODUCCION DE CORDEROS SEGÚN GENÉTICA ,  CON UN REBAÑO DE 100 HEMBRAS
     
  raza tradicional raza moderna
Ovejas

75

75

reemplazos

25

25

total inventario ovejas

100

100

corderos de ovejas

75

113

corderos de  hembras de reemplazo

0

27

 hembras :total corderos

75

140

peso corderos (kg)

30

45

Kg. cordero producidos

2.250

6.300

DIFERENCIA  

180%

La primera vía es que cuando la raza tiene el factor de precocidad sexual, permite obtener al menos 1,1 corderos por borrega de reemplazo, al año de edad, mientras que hoy día esa categoría del inventario, que representa el 25% de la población, no produce nada.

La segunda manera, es mediante un aumento importante en la prolificidad, donde al menos el 50% de los vientres produce mellizos. Con eso se logra aumentar de  1 cordero que se produce hoy día, a 1,5 corderos, en promedio por oveja.

Finalmente, al producir corderos magros, se aumenta el peso de faenamiento, desde los actuales 30 kilos de peso vivo, a 45 kg., obteniendo canales cercanas a los 20 kilos, en vez de los 12 o 14 kilos actuales, con carne magra y grandes masas musculares, que es lo que hoy día demanda el mercado internacional y también los restoranes nacionales.

La genética tiene aún un impacto mayor que el que se logra con el mejoramiento de las praderas y a un costo mucho menor. Estas dos herramientas, praderas y genética, se complementan entre sí y es necesario utilizar ambas, en forma simultánea, para optimizar el negocio ovino.

Hoy día en genética ovina para carne, hay un gran desconcierto en Chile, por falta de conocimientos en la materia, a nivel de productores y profesionales. A manera de ejemplo, se está recomendando, en esta etapa inicial del desarrollo del rubro, el uso de carneros Texel, sin tener en consideración que su uso actual está contraindicado. Si bien es cierto que el Texel mejora en forma notable la calidad de los corderos, también reduce en forma importante el número de corderos producidos, lo que atenta contra la rentabilidad de los productores y su urgente necesidad de multiplicar rápidamente el tamaño de sus rebaños. En varios años más, cuando los productores hayan copado el potencial de capacidad de dotación de sus campos, la situación podrá ser distinta.

La raza Texel, en los países desarrollados, se utiliza exclusivamente como raza terminal, donde toda la producción de corderos, tanto hembras como machos, va al matadero. En esos países ya tienen su inventario a máxima capacidad y destinan una parte de cada rebaño a estos cruzamientos. Definitivamente no es nuestro caso. Los productores que están utilizando esta genética en sus rebaños, a corto plazo, se van a dar cuenta del gran error al que han sido inducidos por consejos técnicos inapropiados.

Aún no hay conciencia de que la raza adecuada produce más del doble de carne de cordero que las actualmente en uso y adicionalmente de mucho mejor calidad.